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La paradoja de la Felicidad. 3ª. Parte
By admin | septiembre 8, 2021
Una situación tensa. Cuento Zen
Un día mientras caminaba a través de la selva un hombre se topó con un feroz tigre. Corrió pero pronto llegó al borde de un acantilado. Desesperado por salvarse, bajó por una parra y quedó colgando sobre el fatal precipicio. Mientras él estaba ahí colgado, dos ratones aparecieron por un agujero del acantilado y empezaron a roer la parra. De pronto, vio un racimo de frutillas en la parra. Las arrancó y se las llevó a la boca. ¡Estaban increíblemente deliciosas!
¿Y si mientras este hombre saboreaba las frutillas el tigre emprendió la retirada?
Cuando todo aparece conectado de forma previsible, un cambio, un pequeño cambio, una actitud inesperada y desconcertante, puede alterar la cadena de los acontecimientos en otra dirección.
Así como la ansiedad está asociada al temor y se alimenta de las ataduras a las preocupaciones, el “soltarse” de esa actitud, el “soltar las riendas” de los temores y las preocupaciones, de los pensamientos negativos, de las profecías agoreras, de los miedos por la posible frustración de nuestros deseos, está asociado al coraje para saltar al vacío, dejando atrás todos esos desechos tóxicos que enferman el alma.
Tememos despojarnos de todo ello porque ya nos hemos acostumbrado a vivir con ellos. Sin ellos nos sentiríamos desnudos, vacilantes, sin saber de qué asirnos. Se nos han vuelto imprescindibles para vivir. Pero la verdad es que son tan prescindibles como nocivos y, si nos deshacemos de ellos, en lugar de vacilación vamos a encontrar un terreno más firme que pisar: nosotros mismos, nuestra verdadera esencia.
“Entonces, ¿qué debo hacer?—pregunté pensativo
—Tiene que aprender a esperar como es debido.
—Y ¿cómo se aprende eso?
—Desprendiéndose de sí mismo, dejándose atrás tan decididamente a sí mismo y dejando a todo lo suyo (Eugen Herrigel: Zen en el arte del tiro con arco)
¿Cuál es el “sí mismo” del que hay que desapegarse, de qué se trata “todo lo mío”?
Es el Ego, una entidad a la que atribuimos existencia real a partir de un enamoramiento de todas las actitudes nocivas para nuestro ser, descriptas en el párrafo más arriba. Si aprendiéramos a soltarlo nos asombraríamos de ver que no caemos en un oscuro abismo mortuorio, sino que nuestros días fluirían con mayor tranquilidad y que seguiríamos siendo los mismos, tal como si estuviéramos a diez centímetros del suelo (Esta bellísima analogía fue tomada de la obra de Alan Watts quien alude a su vez haberla escuchado de otros maestros).
¿Por qué nos enamoramos de las actitudes nocivas que constituyen el Ego? Porque de algún modo nos dan entidad, como si un hombrecito fantasmal controlara un tablero maléfico en nuestro interior. Y nosotros nos vemos como los controladores. Felices porque controlamos e infelices porque nos boicoteamos haciéndonos daño.
Cuando soltamos al controlador, al observador ficticio que cree dominar las situaciones, simplemente nos estamos sintiendo en paz. En este caso la paz trae consigo la verdad, la belleza y la bondad. Se puede no ser feliz con esto?
Estoy proponiendo que para ser feliz hay que “minimizarse”.
Es grato de algún modo no ser, minimizarse. El personaje de La Náusea de Sartre experimenta la sensación agobiante y siempre al acecho de la pesadez, la desmesura del ser.
Y sólo consigue alivio cuando se encuentra con una musiquita muy anodina y suave porque, comparada con la pesadez del mundo, esa musiquita resulta menor, alivia un poquito.
Pero si uno puede acercarse a la experiencia de observar lo que es, sin filtros, el solo darse cuenta es placentero y bastante fascinante. Ser uno con lo que es. Dejar fluir lo que somos y lo que es sin preocuparnos por la diferencia entre “afuera” y “adentro”, porque no hay “afuera” y “adentro”. Sólo somos. Todo es. Todo es uno manifestándose en miríadas de pautas, esquemas, formas y sistemas.
A esta altura de mi vida me doy cuenta que la única libertad que podemos tener es darnos cuenta de todo ese enjambre sin juzgar ni juzgarnos ni interpretar. Solo mirarlo. Esta ahí. Y bueno esta ahí. Sucede. No es ni bueno ni malo. Es hermoso. Todo es así en la vida.
Breve epílogo
Si recuerda el lector la primera parte de este ensayo verá cómo aparece de nuevo el tema del tiempo lineal y las emociones ansiosas.
Me atrevo a decir que siempre nos hace falta más y más tiempo. El hambre de tiempo es el resultado de nuestra insatisfacción ahora. Cultivamos la ilusión de que el futuro nos traerá placer. El miedo a la muerte es insatisfacción ahora. Si a esto agregamos que los goces siempre quieren ser eternos caemos en la trampa de un pensamiento falsamente unilateral y por tanto parcial.
Si todo fuera goce nada lo sería y no habría contraste.
Si fuéramos eternos no tendríamos ahora. Y si me zambullo en el ahora hay una profundidad insondablemente infinita y rebosante de dicha.
¿No se hallaba el desprendimiento de uno mismo, del cual hablaba el maestro, en el camino hacia el vacío y el recogimiento? (…) Pero por qué anticipar con el pensamiento lo que sólo la experiencia puede enseñar? ¿No era ya hora de desechar tan infructuosa propensión?
(Eugen Herrigel: Zen en el arte del tiro con arco)
Desprenderse de todas las formas en el recogimiento hasta alcanzar ese vacío no es desprenderse de la propia esencia y de la más profunda vocación por ser sí mismo. Por el contrario, es deshacerse de aquello que perturbaba la quietud y el desapego necesarios para encontrarse a sí mismo en su propio centro.
Lo que se encuentra es la más pura libertad de ataduras y compromisos con el pasado y con el futuro. Libertad pura y pura disposición, abierta y atenta. La conexión con las fuerzas del universo se vuelve tan íntima como una fusión.
Hay un gran poder interior y una libertad que se abre con serenidad a lo que ha de sobrevenir.
…
Lo expuesto aquí no ha pretendido demostrar con argumentaciones racionales y exactas nada de lo que se afirmó. Sólo ha querido ser una propuesta hacia una experiencia diferente de la vida donde lo importante es dejarse llevar un poco de la mano con la mente y los pensamientos para acercarse al sólo sentirdonde lo dicho ya no importa porque ya pasó, porque estamos en el “ahora” y estar en el ahora es un sentimiento, no una comprensión intelectual.
Hemos elegido es maravilloso camino de la Philosophia perennis, rindiendo homenaje a filósofos como AllanWatts o Aldous Huxley entre otros.
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